Me fue enseñado que mujeres no podrían ser amigas entre sí. Viví una época  en que la identidad femenina, así como la masculina, eran construidas casi exclusivamente a partir de las diferencias entre los sexos; lo que ayudó a crear un ambiente altamente competitivo en las relaciones.

Agregamos a este ambiente cultural , el hecho de que para las propias mujeres su reino se limitaba a su hogar y a su familia. Defender algo que las definía como mujeres exitosas – su hogar y su familia – , debería alimentar la creencia de que toda mujer era una amenaza en potencia.

Con los  años y el mundo de la mujer se amplió al empezar a salir, a estudiar y a trabajar.

Con el tiempo, pusimos barreras para que la diferencia entre géneros no nos alcance y tampoco nos definan. Entendemos que el carácter de uno es independiente al sexo y tiene mucho más a ver con su ambiente y sus creencias.

Me pongo contenta al ver que cada vez más mujeres establecen relaciones de afectividad, complicidad y confianza con mucho respeto y lealtad. El sentimiento de grupo se ha desarrollado muy rápidamente entre ellas – quiero llamar la atención para el hecho que mis estudios traen una clara conexión entre el pensamiento machista y la valoración de las diferencias de género.

Para estas mujeres, si algún compañero suyo coquetea con alguna de su grupo, automáticamente él – y no ella – deja de hacer parte del grupo. Estas mujeres desean que sus amigas encuentren hombres buenos y mejores. Critican sin miedo al novio o esposo de sus amigas si no lo consideran suficientemente bueno para ellas.

Ellas son gloriosas y saben de su potencial, aman con intensidad y es por la libertad e independencia conquistadas que desean vivir un gran amor y compartir su vida con él.

Estas mujeres quieren que los hombres construyan con ellas relaciones más armónicas y equitativas, y saben que ellos deben entender que sus amistades más cercanas representan su soporte, apoyo, unión y fuerza.